Hace unos días clausuramos los Talleres de Cuentos del curso 2011/ 2012 que la Asociación Entrelibros realiza en colaboración con la Asociación Aderes y lo hicimos comiéndonos este riquísimo pastel que E. había preparado con su madre para la ocasión. Como cualquier otro día, los niños estuvieron leyendo libremente sus álbumes preferidos, en grupo, solos o apoyados por alguna de las monitoras y sólo muy al final se acordaron de la merienda.
Y esto es lo que suele suceder. En el grupo de los pequeños (cuatro niños de cinco años) siempre comenzamos el Taller con un tiempo de lectura libre, dejamos los álbumes en el suelo para que sean ellos los que escojan qué y con quién quieren leer. La concentración es máxima y el disfrute que se lee en sus caras también. Hay quien siempre quiere cuentos nuevos que lee en voz alta siguiendo las ilustraciones, quien escoge un cuento ya conocido y se retira a un rincón buscando la soledad que su autismo le reclama, otro se divide entre su favorito, El chupete de Edu, que siempre tiene cerca, y nuevas lecturas que pide le lea alguna de las monitoras (es un niño con síndrome de Down que actualmente se debate entre mantener el rol de bebé o dar paso a ese niño travieso y alegre que es en el Taller).
Pasado un rato, se propone una lectura en voz alta, en grupo, de la que todos participan y de esta lectura suele surgir el juego (carreras de animales), la imitación de las ilustraciones (como con el libro P de papá), la creación de historias, las dramatizaciones (Los tres cerditos) o la realización de figuras de plastilina o dibujos…
En el grupo de los mayores, formado por dos niños de 8 años, hay peleas por ver quién lee antes. Ambos niños presentan dificultades severas del lenguaje que les han llevado a tener serios problemas escolares, sin embargo, en el tiempo del Taller, quieren ser ellos los que lean en voz alta y sólo en ocasiones piden a las monitoras que lo hagan. Cada uno escoge su lectura en la biblioteca que Entrelibros tiene en la sede de Aderes y luego la comparten con el grupo. Cuando un álbum les interesa especialmente lo llevan a casa para poder releerlo con sus padres y hermanos. A veces, también traen sus libros favoritos de casa para leerlos con todos.
Las lecturas son seguidas de largas conversaciones, de la rememoración de anécdotas propias, de la invención de historias (como cuando viajamos a la Luna en la nave de los Marcianos en calzoncillos), de la creación de personajes y situaciones en plastilina (como el de Historia de Uno) o en dibujos.
Se trata cada semana de un encuentro feliz alrededor de los libros. La actitud de estos niños demuestra cómo la Literatura puede ser disfrutada desde la primera infancia cuando se propone como un acto de libertad, descubrimiento y desarrollo personal.
Nuria y Stefania